En Malaui, de una población de 22 millones de habitantes, más del 50% son menores, un pueblo de niños y adolescentes que, en su mayoría, viven en condiciones difíciles. La mortalidad infantil es del 28% y el 37% de los niños menores de 5 años mueren por enfermedades o por malnutrición.
Un pueblo de niños al que el país no puede ofrecer un futuro seguro ni derechos básicos de salud y educación a causa de la profunda pobreza que aflige a la nación. En este escenario, la Comunidad de Sant’Egidio empezó desde sus primeros pasos a ocuparse de los niños más pobres, ayudándoles con su educación y su crecimiento a través de las 120 Escuelas de la Paz que hay en las zonas más pobres del país.
Desde 2010, en las afueras de Blantyre, en la localidad de Machinjiri, Sant’Egidio abrió un centro nutricional gratuito al que acuden niños malnutridos de entre 3 y 14 años, que reciben una comida y acompañamiento en su crecimiento. Cada día, más de 600 niños van al centro, antes o después de ir al colegio, para recibir una comida y proseguir sus estudios. Para ellos, la comida con Sant’Egidio muchas veces es la única comida del día. Los médicos de DREAM hacen un seguimiento constante de su crecimiento y de su salud. Todos los niños están inscritos en el registro civil gracias al programa Bravo de Sant’Egidio, que les garantiza una identidad legal y les protege del peligro de sufrir abusos y explotación.
La mayoría de niños provienen de familias monoparentales, en las que las madres, ocupadas en actividades agrícolas, no tienen tiempo suficiente para ocuparse de los hijos.
Con el paso del tiempo, se vio que muchas niñas no iban a la escuela porque tenían que ocuparse de sus hermanos menores. Por eso Sant’Egidio abrió en el centro nutricional una guardería para 60 niños de 3 a 5 años, para que las niñas pudieran ir con normalidad a la escuela. En la guardería los niños aprenden a hablar inglés, a escribir, a socializarse y a jugar con los demás. Es un espacio donde pueden vivir plenamente una infancia que muchas veces se les niega y al mismo tiempo es un lugar seguro alejado de los peligros de la calle.
Cada mes los coordinadores del centro y las maestras organizan encuentros con las madres para hablar de los problemas de los niños y ofrecer cursos de educación sanitaria y alimentaria, ayudando así a las madres a cuidar de sus hijos. Cada sábado, los Jóvenes por la Paz ayudan a 200 niños que, divididos por edades en distintas clases, estudian y son educados a practicar la no violencia y a vivir la amistad con todos. Muchos de estos jóvenes fueron niños que crecieron en el centro nutricional y que ahora sienten el deber de ayudar a crecer a los más pequeños, del mismo modo que les ayudaron a ellos en el pasado.
El Centro de Machinjiri, dedicado a Juan Pablo II, es para toda la zona un punto de referencia importante para los niños. Está considerado una verdadera “ciudad de los niños” donde los más pobres son acogidos y amados, y donde se les ayuda a crecer dándoles la dignidad y la alegría de la infancia.