Un gran aplauso se oyó en la basílica de San Pablo Extramuros cuando el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, leyó la carta apostólica con la que el papa León XIV proclamó beato a Floribert Bwana Chui, joven congoleño de la Comunidad de Sant’Egidio asesinado con tan solo 26 años por negarse a dejar pasar por la frontera entre la República Democrática del Congo y Ruanda un cargamento de arroz en mal estado.
Floribert es el primer mártir africano asesinado a causa de la corrupción: su recuerdo litúrgico se ha fijado para el 8 de julio, día de su muerte. La celebración de la beatificación, que se celebró en Roma por la difícil situación de seguridad que se vive en Goma, su ciudad natal, estuvo presidida por el cardenal Semeraro y fue concelebrada por monseñor Willy Ngumbi, obispo de Goma, por el cardenal Fridolin Ambongo, arzobispo de Kinshasa, y por numerosos obispos congoleños.
Cientos de representantes de las Comunidades de Sant’Egidio provenientes del Congo y de otros países africanos (entre ellos, Benín, Burundi, Costa de Marfil, Malaui, Mozambique, Senegal y Togo) estuvieron en Roma para participar en la beatificación y recibieron el saludo del papa durante el ángelus.
En su homilía, el cardenal Semeraro recordó a Floribert como un joven fiel laico de la Iglesia de Goma y miembro responsable de la Comunidad de Sant’Egidio, totalmente abierto al amor de Dios, que modeló su vida y orientó profundamente sus decisiones. “En cada ocasión de la vida –dijo– Dios era su referente. Una prueba concreta es su Biblia, que hoy se encuentra en Roma, en el Santuario de los Nuevos Mártires de San Bartolomé de la Isla, en la que se ven las señales de su constante lectura”.
El cardenal también cito una frase del beato: “Todos tienen derecho a la paz en su corazón”. Es una afirmación que tiene una fuerza especial en un tiempo marcado por la violencia en Congo y en todo el mundo. “Si hoy celebramos aquí en Roma su beatificación –añadió Semeraro– es porque, por desgracia, en Goma todavía no se dan las condiciones de seguridad necesarias para hacerlo. Además, Floribert soñaba poder hacer una peregrinación a Roma. De algún modo, este deseo se cumple hoy espiritualmente”.
“¡Oración, pobres y paz! –prosiguió–. Nuestro beato buscaba todo eso en el clima tenso de su ciudad. No quería la guerra y soñaba unir a los jóvenes como en una familia. Por eso se había unido a Sant’Egidio, porque –como él decía– ‘sienta a todos los pueblos a la misma mesa’. Soñaba ser un hombre de paz para contribuir a la paz de su tierra que tanto amaba. Hoy hacemos nuestra su aspiración a un Congo en paz, sentado a la misma mesa como una familia”.
Floribert se negó a ceder a la corrupción, aunque dejando pasar aquel peligros cargamento habría salido ganando fácilmente. “Alimentado por la Palabra de Dios y por la eucaristía –dijo el cardenal– se preguntó: ‘Si hago eso, ¿estoy viviendo en Cristo?’ Y contestó él mismo: ‘Como cristiano no puedo aceptar sacrificar la vida de los demás. Es mejor morir que aceptar ese dinero’”.
La decisión era radical y le costó la vida: “Es la gracia a un alto precio –comentó Semeraro–, la resistencia al mal hasta la efusión de la sangre”. El cardenal recordó también las palabras del papa Francisco durante su viaje apostólico al Congo el 2 de febrero de 2023: “Podía dejarlo estar, nadie lo habría descubierto y habría salido ganando. Pero, en cuanto cristiano, decidió ser honesto. Esto significa tener las manos limpias, mientras que las manos que trafican con dinero se manchan de sangre”.
“Que por intercesión de este nuevo beato –dijo Semeraro–, el Señor dé a los jóvenes y a todos los creyentes del Congo, especialmente en Goma, la fuerza para perseguir el bien y resistirse al mal. Y que, animada por su ejemplo, la Comunidad de Sant’Egidio siga avanzando por el camino de la oración, de los pobres y de la paz. Que a todos nosotros, el Señor nos dé la fuerza de custodiar el mensaje del beato Floribert, en cuyo corazón el Espíritu Santo derramó el amor de Dios”.
La ceremonia terminó con el saludo del cardenal Fridolini Ambongo, arzobispo de Kinshasa, que hizo un saludo en francés a la asamblea litúrgica en el que dio gracias al papa Francisco y al papa León XIV por el don del nuevo beato. El cardenal también transmitió un cariñoso agradecimiento a la “familia biológica de Floribert” –estaban presentes su madre y sus hermanos– y a la “familia espiritual” de la Comunidad de Sant’Egidio. (leer todo)
A continuación, Andrea Riccardi dijo unas palabras de agradecimiento: «Damos las gracias al papa Francisco, que reconoció el martirio de Floribert y comprendió el significado profundo que tuvo. Y al papa León XIV, que ha decretado su beatificación. Quiero dar las gracias especialmente al cardenal Semeraro que ha presidido la celebración con intensidad y profundidad. También a la familia de Floribert y a los amigos congoleños, que hoy se han puesto el vestido del martirio: un gesto que mantiene viva la memoria y el vínculo con él. Ha sido una celebración intensa, llena de oración y esperanza por el Congo, y de solidaridad hacia un pueblo que sigue buscando paz y justicia. Floribert habla a nuestro tiempo, marcado por el culto del dinero y de la fuerza. Su decisión, silenciosa pero limpia, hoy tiene un valor heroico. Aquel joven que fue asesinado en Goma en 2007 se ha convertido en guía para quien busca una vida fuerte y generosa. Su testimonio sigue vivo y habla a todo el mundo.» (léelo todo)
VÍDEO COMPLETO