ESCUELA

De Uganda a Costa de Marfil las Escuelas de la Paz en África construyen una red donde los niños aprenden que “nadie es tan pobre como para no poder ayudar a otro”

La ciudad de Abiyán (Costa de Marfil), escenario de grandes desigualdades, aloja a una profusa cantidad de niños de la calle: en 2021 eran unos quince mil. A todos ellos se dirige la Escuela de la Paz, que ofrece ayuda escolar, alimentos y que enseña la cultura de la fraternidad. Estos niños, que para la sociedad que les rodea son un descarte, con la Comunidad aprenden a tener una especial atención por quien es más pobre que ellos, a construir puentes de solidaridad. Así lo han hecho recientemente tras tener noticias de la violencia que se vive en el Congo oriental: decidieron hacer unos dibujos y enviarlos a niños de su misma edad de Goma (Congo), que hace meses que viven una crisis humanitaria. Aquel fue un gesto de afecto y de amistad.

También los niños de la Escuela de la Paz de Katwe (Uganda) recordaron las tragedias que se viven en Kivu Norte y empezaron el curso evocando la figura de Floribert, que dio su vida por luchar contra la corrupción y para proteger a los niños de Goma —sus niños—  de alimentos en mal estado.

Las Escuelas de la Paz  ayudan a los niños que viven en situaciones complicadas, sobre todo en las periferias de las ciudades y del mundo. Los jóvenes que hacen la Escuela de la Paz no solo ofrecen ayuda con los deberes escolares, sino que proponen un modelo educativo abierto a todos, contra cualquier tipo de discriminación y a favor de los más desfavorecidos. Esto es especialmente importante en África, el continente donde el porcentaje demográfico de jóvenes es más alto, pero también donde los índices de analfabetismo, de abandono escolar y de malnutrición alcanzan sus niveles más elevados. Muchos niños y jóvenes se ven obligados a vivir en la calle o a empezar a trabajar precozmente y, en el peor de los casos, terminan en grupos criminales. Otros intentan llegar a Europa, solos o con sus padres, poniendo su vida en peligro y a veces perdiéndola.

Las Escuelas de la Paz de África intentan contrarrestar todo esto, ayudando a los jóvenes y a los niños a estudiar, fomentando la socialización y luchando contra el empobrecimiento y el abandono escolar. En las escuelas de Katwe (Uganda), y Yaundé (Camerun), recientemente se han repartido kits escolares gracias a los cuales los niños de familias necesitadas podrán ir a la escuela con normalidad. En un entorno que muchas veces es violento, los niños comprenden la importancia de vivir en armonía, como demuestra el libro “¡¿Hacemos la paz?!”, que recopila experiencias de niños en la guerra a través de dibujos y breves mensajes. En estos se aprecia que los niños anhelan hacer la paz no solo sencillamente para ellos sino para todos los niños que sufren en el mundo. Es un signo de solidaridad y empatía hacia el prójimo.