“Decidle a Lorenza que la saludo, y que agradezco el amor que ella y su familia me han mostrado y me han dado durante años”
Son palabras que escribe Curtis Windom en su última carta. El 28 de agosto está prevista su ejecución en Florida
Se encuentra en el corredor de la muerte desde 1992, cuando lo condenaron por asesinar a su pareja. Curtis es un afroamericano que nació y creció en Florida. Desde su nacimiento tiene una grave discapacidad cognitiva a causa de un trauma perinatal, agravada por un accidente de tráfico que le provocó daños cerebrales permanentes. A pesar de ello, recientemente un tribunal lo ha declarado “apto” para ser ejecutado ignorando anteriores evaluaciones.
Su proceso estuvo marcado por una defensa legal defectuosa: el abogado que lo representaba no estaba habilitado para llevar casos de condena capital y posteriormente fue expulsado del colegio de abogados. Nunca se tuvieron debidamente en cuenta ni su situación familiar y social ni su discapacidad.
Hoy su hija Curtisia, que ha perdonado a su padre y va a visitarlo regularmente, ha hecho un llamamiento: “Do not this in our name”, no lo hagáis en nuestro nombre. Otros familiares de víctimas también piden que no se lleve a cabo la ejecución.
La Iglesia católica de Florida y la Coalición contra la pena de muerte también se suman a la petición de clemencia. Los obispos han convocado una novena en todas las iglesias para pedir que se pare la ejecución que es injusta e inhumana. El gobernador De Santis, por su parte, ha intensificado preocupantemente el ritmo de condenas capitales.
La Comunidad de Sant’Egidio se suma a este llamamiento e invita a todo el mundo a movilizarse para salvar a Curtis Windom, y recuerda que la pena de muerte no hace justicia a las víctimas sino que solo aumenta la espiral de violencia.